El arte está plagado de mitologías fetichistas que apoyan el abuso por parte de algunos curadores, investigadores y artistas a otros miembros de la comunidad. Creer que la arrogancia de alguien medianamente conocido en el medio puede pisotear el trabajo y la honra de los otros. Eso de apoyar la obra de artistas supuestamente comprometidos políticamente, que agreden al montajista y abusan del equipo de producción. Justificar la afectación emocional de gestores e investigadores con la concepción caduca de que "el artista es temperamental" "es parte de su genio creativo".
El verdadero acto político es crear una atmósfera laboral de respeto e igualdad, generar en nuestro ámbito lo que quisiéramos que se replicara ampliamente en la sociedad. Más allá de artefactos propagandísticos de ideales morales, la investigación expositiva también tiene el deber de apoyar a quien es un buen ciudadano y persona, que sabe trabajar en equipo y trata con respeto a los demás. De tantos artistas interesantes que esperan la oportunidad de ser apoyados, ¿Por qué continuar dándole figuración a quienes presentan conductas tan deplorables, además de ampliamente conocidas como un secreto a voces? El supuesto éxito que viene de trabajar con supuestos genios es falso, si uno cree que ciertos objetos o ciertas personas específicas son mucho más relevantes que las otros es porque uno no está entendiendo muy bien cómo funciona la discusión intelectual, porque le está creyendo a una crónica del arte elitista y anticuada. Generar redes de apoyo y producción conjunta es lo realmente valioso, y si en el camino se tumban fijaciones exageradas de nuestra narración histórica más difundida tanto mejor. Debería ser obvio que el repetido apoyo institucional al trabajo de alguien no es sinónimo de calidad, o si quiera de trascendencia. No estamos obligados a seguir apoyando personajes que continúan abusando de su posición, la exclusión histórica también es un derecho.
William Contreras Alfonso
Comments